Próximamente en Etablissemanget junto a Sona Vivaz: viernes 27 de mayo, 20 horas)
Muchas cosas podrían decirse sobre este joven artista oriundo de Viña del Mar, Chile. Notable es sin duda que maneje -y con mucho talento- un amplio número de instrumentos, y que su versatilidad y su voz lo tengan, desde hace ya un tiempo, ocupado en una serie de proyectos musicales en Estocolmo. Nicolás Lazo Zubieta posee una sensibilidad y una presencia escénica que conmueven. Sabe llegar con precisión al público y cautivarlo con la magia de quienes realmente saben trabajar con la música. Este chico es sin duda un talento que promete.
¿Cuándo decidiste dedicarte a la música?
Bueno, mi interés por la música viene desde súper chico, desde que tenía yo creo un par de años. Siempre mis papás me han comentado que me gustaba tocar instrumentos. De hecho en el lugar donde mi papá trabajaba había un piano y a veces él me llevaba al trabajo y yo me ponía a tocar. Luego decidí dedicarme a la música justo un mes antes de salir de cuarto medio. Recuerdo que fue una decisión que yo sentí como estar entre la espada y la pared. En la casa y en general muchos amigos me decían que tenía que estudiar música “...porque, es tu talento y tenís que cultivarlo”; y otros me decían “no, bueno, eso tómalo como un hobby”; y fue bueno así como, llegando ahí a llenar la cartola para entrar a la universidad, me dije: “no, música, definitivamente”. Lo otro que quería estudiar era biología o medicina veterinaria, pero algo, un click me hizo decidir lo contrario, y ahora estoy acá. Aquí me tienen.
¿En qué momento comenzaste a trabajar con Sona Vivaz?
A Sona Vivaz yo llegué el 2009 más o menos. Recuerdo que fue a través del contacto con una amiga que conocía a Micke, que es el bajista, y bueno, lo que querían ellos era un saxofonista. Al final no funcionó, prefirieron tener trompeta y trombón, y yo me puse a hacer coros porque ya había un cantante. El cantante se fue y terminé cantando yo. La música de Sona Vivaz a mí me llamaba la atención, porque era una mezcla de varios estilos. Había suecos entre latinos, lo que para mí fue súper enriquecedor. Así empecé a tener contacto con la cultura de este país, y con su música, su forma de pensar. Pa’ mí fue un contacto súper bueno. Yo había llegado hace muy poco a Suecia. Al principio claro, yo no lo tomé con la seriedad que en este monento tiene Sona Vivaz para todos los que estamos en la banda que, más allá de ser una banda que toca música, representa el tener metas y transmitir nuestros mensajes con la energía característica de Sona Vivaz.
Sabemos que naciste en Chile, que luego te mudaste a Suecia y que viviste en Estocolmo hasta los 7 años. ¿Cómo fueron esos primeros años en Suecia?
Claro, yo llegué aquí cuando tenía un año y medio, y viví seis años acá. Luego, por diferentes razones volvimos a Chile. Yo creo que esos años en Suecia fueron unos de los años más lindos de mi vida, porque fue en ese período en que nosotros como familia pudimos estar juntos. Luego de eso nos separamos, mis papás se quedaron acá y nosotros (mis hermanos y yo) llegamos allá a Chile a vivir con unos familiares, y fue como bien difícil el volver a estar juntos. Ahora ya estamos todos de vuelta acá desde hace tres años. Todos mis estudios, la escuela, los hice allá. Alcancé a trabajar un año como profesor de música y me vine a Suecia.
Nicolás Lazo Zubieta ingresó a la Escuela de Música de la Universidad Católica de Valparaíso el año 2003. Se especializó en clarinete en el Conservatorio de Música de la misma casa de estudios. Cuando cursaba el primer año de la carrera de Pedagogía en música, pasó a formar parte de la banda los Lakas de Araksaya en la que se desempeñaba como zampoñista. También formó parte de la “Tuna” (también conocida como estudiantina) de la Universidad Católica de Valparaíso.
¿Cómo fueron esos años? ¿Qué aprendiste?
Sí bueno, ahí, estando en la Universidad, tuve la oportunidad de conocer y vivir bonitas experiencias con la música tradicional andina, con uno de los grupos que era una comparsa de zampoñistas, típica del norte de Chile. Ese en realidad era otro mundo. Tocábamos en la Fiesta de La Tirana, y compartir con gente de allá y vivir las ceremonias a la Virgen de la Tirana son para mí experiencias mágicas, difíciles de olvidar. Es mágico poder estar ahí en la Pampa soplando una zampoña y dejando que el dios Sereno, que es el dios de la música, te empape de esa sabiduría y de esos sonidos que el desierto solamente te pueden dar...
... bueno, pero aparte de esas experiencias místicas con la música, tú también has experimentado una parte de la música que es, tal vez, por decirlo de alguna forma, más mundana. ¿Cómo fue esa época en que además de tocar con los Lakas formabas parte también de la tuna?
La tuna más allá de un grupo musical es como una familia, una fraternidad, en la que uno aprende muchos valores, la honestidad, la lealtad, la humildad también, que son valores que a través de la música y del compartir como familia uno los vive a concho. La tuna es una tradición universitaria que viene de la Edad Media, y que nace en España, y consiste en que los estudiantes, bueno, en ese entonces, para poder costear sus estudios y su comida, lo que hacían era tocar. Y salían a tocar y a veces se encontraban ponte tú con los conventos, donde les daban comida, y además, bueno, de ahí se iban a festejar...
¿... con las monjitas?
(Risas)... con las damiselas de la nobleza. Bueno, se iban a cantar, a festejar, a pasarlo bien, a cantarle al amor, a la parranda. Y bueno, gracias a todas esas experiencias es común que los tunos experimenten que nada es imposible. Lo que uno se propone, lo hace, y lo logra. La tuna te permite crecer y adquirir mucha confianza en tus propias capacidades. Eso me ha ayudado bastante en lo personal.
¿Alguna anécdota que quieras compartir con nosotros?
¡Uf cuántas historias! Podríamos estar toda la noche contando historias y anécdotas. Más que nada lo que puedo destacar son los viajes que hicimos con la tuna. Pudimos ir a Perú, a México también. Allá vivimos historias muy buenas junto a varias botellas de tequila...
En la actualidad, Nicolás lleva tres años radicado en Estocolmo. Con la serenidad y la reserva que lo caracterizan, este joven talento nos comenta que sus sueños son concretar las metas que tiene con los proyectos musicales en los que está participando.
Con Sona Vivaz queremos grabar un disco y poder transmitir nuestra música, salir de gira lo que más podamos. Personalmente una de mis metas es grabar un disco, con mi propia música, tener mi proyecto. Ya habrá tiempo para eso. Mientras tanto me estoy empapando de toda la enorme riqueza cultural que hay en este país. He tenido el placer de poder conocer mucha música nueva, compartir con personas de diferentes lugares del mundo y eso a uno lo va enriqueciendo como músico, como persona. Esa es la idea, enriquecerme de todo eso para poder después concretar un proyecto que me agrade a mí y que sea pa’l público, para la gente. Eso, que la gente pueda disfrutar.